Pasta de soja, bondad tierna hojaldrada. Hay algo en un horneado de la mañana. (No vuelvo a hablar de la mañana.)

bribones pasando el rato en el horno

Estas galletas de miso son otra receta de Claire Saffitz. No sabía que ella tenía una vídeo en él hasta buscar un enlace a Postre Persona, así que si encuentra consuelo en los seguidores, ya tiene uno.

Su receta pide miso blanco dulce. Sólo teníamos un recipiente de miso sódico suave normal en el fondo del frigorífico, pero es un sustituto para quedarse a media nevera. Familiarizada con el umami, la alubia fermentada más fuerte me venía como anillo al dedo. Pero debo subrayar que para hacer mantequilla de miso, debe haber una proporción inversa entre los dos ingredientes en función de la intensidad del miso. De lo contrario, la mantequilla quedaría demasiado salada.

Así pues, glaseadas con porciones conservadoras de mantequilla de miso irónicamente salada suave de sodio y pimienta, las galletas doradas salieron del horno con un sabor ligeramente cursi y maravillosamente sabroso. Resucitados, en capas, un acierto frente a la sencillez. Probaría esta base con calabacín o kimchi.

Y con esto, un poema.

1884, página 564, esta palabra de 4 letras aparece 24 veces.
¿No es curioso?
La Literatura de la Exposición de Salud es tan, tan divertida.

No significa nada, pero hay una emoción que inducen los patrones numéricos,
donde la abstracción total da la vuelta y se acepta como un principio indiscutible.
En ese sentido, los números también son divertidos.

Si 4 se repitieron en esta receta, es que utilicé una cuchara medidora de 1/4 de taza.
¿Y para qué fo(u)rce estos temas?
¿Para llamar poesía al diálogo interno indómito?
Curioso.