Francamente, nos inspiramos en todas partes. Obtenemos ideas en nuestra vida cotidiana: en restaurantes, en los pasillos de un supermercado, probando productos en una feria comercial, manteniendo conversaciones con socios y, simplemente, hablando con la gente que conocemos. Una de las cosas que más me gusta hacer en un supermercado es preguntar a un comprador por qué compra un determinado producto y cómo piensa utilizarlo. Los compradores son inteligentes, reflexivos y aportan ideas profundas sobre cómo y por qué eligen y utilizan los alimentos, ya sea para una comida festiva, para comer a diario o para resolver las necesidades y preferencias dietéticas de sus seres queridos. Intento no desaprovechar las oportunidades – cualquiera que haya comido conmigo lo sabe. Considere esto una advertencia amistosa… y una invitación a merendar conmigo. Hablar con la gente sobre cómo y por qué disfrutan de un alimento puede ser una increíble fuente de inspiración.
La educación alimentaria consiste en ampliar nuestra apertura o visión del universo alimentario. Todos nos acercamos a la comida a partir de experiencias individuales: dónde crecimos, a qué alimentos estuvimos expuestos, qué alimentos creemos que nos gustan o nos disgustan. A través de la educación alimentaria, nos abrimos a nuevas experiencias sensoriales y compartidas. La educación puede ser tan sencilla como una exposición positiva a algo nuevo. Por cierto, no hablo sólo de alimentos “exóticos”. Por ejemplo, a mis hijos no les gustan las zanahorias por alguna razón. Si les enseño una zanahoria, la respuesta es no. Sin embargo, si puedo mostrarles las zanahorias en diferentes apariencias, diferentes texturas y diferentes aromas, como ralladas o en sopa, por ejemplo, o haciendo magdalenas con los niños… para cuando realmente se comen el alimento, han emprendido un viaje sobre algo más que el mero sabor. La educación alimentaria abarca todos los elementos de por qué disfrutamos de un alimento o nos reunimos para compartir una comida, mucho más allá del mero sabor.
Creemos que juzgamos la comida por el sabor, pero en realidad el sabor es el último paso en el viaje de la experiencia sensorial. Por eso, cuando consideramos la innovación no pienso sólo en un nuevo sabor, sino en la experiencia.
El hummus es un lienzo perfecto, el sueño de un innovador…
… delicioso tal cual, cremoso y una base versátil, pero a decir verdad, no hemos hecho más que empezar. Sabra fue la primera marca en introducir el envase transparente a través del cual se podían ver cremosos remolinos de hummus. Más tarde, innovamos con las coberturas de sabor en el centro e introduciendo regularmente variedades esperadas e inesperadas. Hoy, me inspiran las posibilidades en todos los sentidos, visuales, de textura, intensidad del tahini, especias, aroma, maridajes y usos. El mercado espera que Sabra, una marca de confianza, aporte más a la mesa con cada tarrina de hummus. Puedo decirles que hay mucho más por explorar, y estoy encantada de estar en este viaje con un equipo extraordinario de amantes del humus, expertos culinarios, científicos de la alimentación, nutricionistas e innovadores en Sabra. No hay límite para las oportunidades cuando aprovechamos el viaje completo que un consumidor explora en el camino hacia la degustación de un producto.
Probablemente no le sorprenderá que mi amor por el hummus no tenga límites. Tampoco la forma en que disfruto del hummus: he pasado días enteros comiendo hummus con el desayuno, la comida y la cena. ¿Pero mi plato imprescindible? ¡Que sea picante! El hummus con ese increíble toque picante es lo mejor.